lunes, 25 de enero de 2016

PROVINS, UN VIAJE A LA EDAD MEDIA


Este día amanecí con ganas de salir de París, que aunque es una ciudad encantadora, por ratos quieres escapar de el bullicio de sus calles. Por lo tanto decidí viajar en el tiempo y en el espacio; y fue así como luego de 90 kilómetros de un alucinante viaje en tren durante algo más de una hora llegue a este pintoresco pueblo, que fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 2001. Este pueblo, es quizás el mejor conservado de la Edad Media, tiempo en el que fue la capital del condado de Champagne y que fue un lugar de paso obligado para el comercio Europeo. Fue famosa por sus ferias durante los siglos XI al XIV. No solo fue un icono del comercio europeo, también se destaco por sus fortalezas en la guerra y su cultura, tanto así que Victor Hugo, Honoré de Balzac, Marcel Proust y Umberto Eco pasaron a través de Provins y evocaron su encanto en las palabras. Sin embargo, luego de ser adheridos por la corona francesa, este territorio comenzó su declive, eso sumado a las multiples guerras sufridas y a una basta cantidad de epidemias que fueron diezmando a la población.


Lo mejor que puedes hacer es cerrar los ojos por un rato, imaginar que vives en otra época y comenzar a recorrer sus callecitas típicas, y pensar en toda esa época de esplendor, cuando los condes de champagne, dueños y señores de estas tierras, rivalizaban en poder a los mismos reyes de Francia. Cuando llegas lo primero con lo que te topas es con esas maravillosas murallas y sus puertas fortificadas.  Dentro de estas murallas, se encuentra uno de los tesoros arquitectónicos mejor conservados desde la edad media, como es la Torre Cesar, con una figura octogonal, se encuentra sobre la parte más alta del pueblo, coronada por 4 torres conectadas por pasadizos y escaleras. Fue construida en el siglo XIII y ha servido de torre de vigía y hasta de prisión. Por este mismo camino se puede llegar a la colegiata de Saint-quiriance que es un templo con entrada gratuita y construido en el siglo XII por el Conde Henri, aunque aun no fue terminado.  

La Rue du Palais te lleva hasta la Plaza del Chatel, que era el centro principal de la antigüedad. La mayoría de las transacciones y negocios, al igual que las principales ferias, proclamaciones y demás temas reales, se celebraban en este lugar. donde actualmente esta rodeada de restaurantes y cafeterias, que en su mayoría venden a precios elevados y de escasa calidad culinaria.  desde acá puedes tomar cualquiera de sus callecitas y dejarte maravillar por las construcciones en su mayoría en madera, caminar hasta la puerta de Saint-Jean, que contaba con un puente levadizo y una puerta doble la cual garantizaba la defensa de la ruta comercial a París. 






Desde la puerta de Saint-Jean se puede bordear y observar lo majestuoso que eran sus murallas, construidas entre el siglo XIII y fortificación a solo 1200 metros y 22 torreones. Igualmente el paisaje que se observa a lo lejos desde este camino es bastante bonito, se puede seguir el sendero y pasar por el cementerio que esta al exterior de la ciudad. Esta caminada al rededor de su muralla termina al llegar a la puerta de Jouy, que fue la primera de ellas, y que principalmente era el lugar de paso para los comerciantes que iban y venían desde Lanny, Troyes y Bar sur Aube. 






A pesar del esplendor de las murallas, parte de la ciudad no estaba cubierta por ellas, como lo es la parte baja, que estaba resguardada por un rio artificial. Son pocas las joyas arquitectónicas que se conservan en esta parte. Entre ellas sobrevivieron al furor de la revolución, como lo son la Saint Ayoul y la Saint Croix. Lugares que han tenido grandes cambios y mezclas durante los siglos XI al XIX. La parte baja de la ciudad tiene igualmente una belleza paisajista increíble, tanto así que sus canales sirvieron de decorado a una de las novelas más cortas de Balzac, la Pierrette. 

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