sábado, 29 de julio de 2023

Fuerte y vigía: en el corazón del Atrato

Suena la alarma y rápidamente me paró, aún está oscuro y medio confundido busco entender que hacer para no demorarme en la salida. Caliento un café para encender mis baterías, y bañarme rápido, termino de empacar y voy camino al aeropuerto. De repente estoy sentando en la sala de espera, aguardando el momento de salida, que se retrasa un poco por la llegada del alcalde del lugar al que iré, Vigía del Fuerte. 
Camino por los pasillos, buscando el abordaje de la diminuta avioneta en la que me fui. Éramos solamente 5 pasajeros, el espacio adentro es ínfimo, nos embutimos en este pequeño automotor. Las ruedas rápidamente fueron despegando, en un ruido ensordecedor, para el que necesite ponerme un par de algodoncitos en mis oídos.

El despegue estuvo mucho más tranquilo de lo que yo esperaba, pronto estábamos sobrevolando la ciudad, una ciudad contaminada, impresionante sí, pero nublada de smog. Los minutos pasaban y ya alcanzamos una buena altitud, muy baja a comparación de un avión normal, lo que me permitió tener una hermosa panorámica de mi paso por el departamento, por las altas cumbres montañosas del suroeste, entrar en las nubes y salir ante una imponente selva, el llamado pulmón del mundo. 
Esta es una inmensa planicie verde, que está atravesada por el caudaloso río Atrato, que hace contraste con su café oscuro, una enorme serpiente de agua, además que se percibe que es una zona rica en humedales, pues como revise luego la mitad del territorio está compuesta por este ecosistema estratégico. Llegando se nota una inmensa cantidad de palmas, que supongo que son para hacer aceite, y además algunos focos de deforestación. El aterrizaje se sintió un poco más, pero todo salió muy bien.

A la llegada se sintió un poderoso ambiente húmedo y cálido, la pista queda un tanto alejada del pueblo, así que hay que tomar una panga o una lancha. Cómo iba el alcalde, él me arrimó hasta el pueblo.
Fui buscando mi hospedaje, donde doña Teo, que justo quedaba a todo el frente de la alcaldía, una habitación tranquila, con lo básico, pero que durante todo el día estaría sin luz, cómo pasa en gran parte de los días en este municipio, que se va y viene sin horario definido, y que los más afortunados pueden usar una planta, que aparte de generar un ruido tremendo, también contamina el aire. Descanse un ratito, pero el calor que se acumula en esa habitación sin luz y sin ventilador, me hizo salir a comenzar mis labores.

Anteriormente este territorio se llamaba Murrí, entonces se hizo fuerte y vigía (de ahí su nombre) contra los españoles que lo quisieron conquistar. Ahora es considerado como el mirador del Río Atrato, por ser un lugar rico en biodiversidad de fauna y flora dentro de la región, una joya de la vegetación colombiana, donde se encuentran majestuosos cuerpos de agua y grandes historias detrás de su diversidad cultural.
Ahora este municipio de más de 9000 habitantes, en su mayoría afrodescendientes e indígenas, siguen resistiendo al olvido estatal, la violencia estructural del conflicto armado, y las consecuencias ambientales de la minería. Este poblado es una mezcla de desarrollo y pobreza, muchas casas están en muy buen estado, mientras que otras están en situación de vulnerabilidad, y hay una zona cenagosa que en época de lluvias se inunda, por esto están montadas las casas en pilotes, es decir son palafíticas.
En mi camino, acompañado por las bochincheras maría mulatas, voy pasando por diversas zonas, donde han llegado algunas infraestructuras para el "bienestar" de la comunidad, como las canchas, el parque lineal, hasta llegar al colegio.
Los niños están afuera en sus ciclas, corriendo o jugando en las canchas, cuando no están en el colegio. Las señoras pasan con sus sombrillas para evitar la exposición directa del sol. Fui a almorzar donde doña Neila, que tiene una sazón deliciosa. Regresé a ocultarme del sol, pero el calor tremendo dentro de esta habitación me hizo sudar como nunca.



El rio Atrato es un río moribundo y envenenado, uno de los más caudalosos de Colombia, y del mundo, y a la vez uno de los más contaminados por la minería, una mezcla de mercurio, cadmio, arsénico, entre otros. Se han hecho estudios donde prácticamente todos los habitantes están contaminados, y están sufriendo por esto silenciomente.
La Corte Constitucional dictó la sentencia T622 del 10 de noviembre de 2016, a favor del río Atrato con enfoque ecocéntrico según el cual la premisa es acerca de la tierra, la cual no pertenece al hombre, sino el hombre a la tierraLa Sentencia declara la existencia de una grave vulneración de los derechos fundamentales a la vida, a la salud, al agua, a la seguridad alimentaria, al medio ambiente sano, a la cultura y al territorio de las comunidades étnicas que habitan la cuenca del río Atrato.

Y aunque se solicitaba un plan para descontaminar la cuenca del río Atrato y sus afluentes, recuperar sus ecosistemas, erradicar definitivamente las actividades de minería ilegal; y recuperar las formas tradicionales de subsistencia y alimentación; esto no se ha dado 7 años después de esta sentencia. Es una tristeza que esto le pase a estas gentes tan queridas y amables, con un habitar tranquilo.
Son diversas las problemáticas ambientales en el municipio, por ejemplo las relacionadas con el manejo de residuos, y se ve una inmensa cantidad de plástico por todos lados, y cómo hablaría con Nemesio Palacio, parte de esto es debido al fallo en el acueducto con agua potable, y que por tanto se debe comprar agua para el consumo y los envases pequeños y grandes terminan en el río, en las ciénagas. También se se generan aguas estancadas en algunas zonas, que en este clima es el ambiente perfecto para los mosquitos, que luego generan enfermedades como dengue o malaria, muy común en esta zona.Hablar de Nemesio me sirvió para tener otros puntos de vista, otros más críticos. Él con otros socios montaron una empresa, llamada planeta, con participantes de diferentes municipios de la región, cuya misión ha sido la de encontrar productos no maderables que pudieran ser aprovechados de forma sostenible, cómo el palmito y el Açai, de la palma de Naídi, llamado el fruto de la vida. Este ha sido todo un ejemplo, porque han generado una fuente de empleo, protegiendo los ecosistemas estratégicos de la región y llegando con sus productos a importantes empresas del sector gastronómico, como Crepes & Waffles. 
Al día siguiente me levanté temprano, antes de la alarma como casi siempre me pasa, la ansiedad ya tenía mi cerebro funcionando. Me fui a donde Neila a buscar desayunito, que cosa tan rica, unos patacones con queso costeño derretido, huevitos con salchicha y un cafecito delicioso. Luego me dirigí al parque educativo saberes ancestrales, donde realice un taller sobre el agua y la crisis climática, muy apropiado para el momento y el lugar. Fue una muy bonita experiencia en la que interactué con jovenes del colegio y algunos otros pobladores. Amé que me dijeran tío, que forma tan linda de llamarlo a uno.
 Al final de la tarde estuvimos en otro taller con los pescadores, sobre peces, río y salud, y estuvo muy chévere, son una gente hermosa, pero con mucha inconformidad con el estado por su situación de vulnerabilidad. Durante el taller cayó un aguacero demasiado intenso, tanto que no se podía escuchar. Ellos reconocieron que la situación de su oficio está cada vez más complicada, pues hay una reducción bastante significativa en la cantidad de peces.
Me voy con el corazón lleno por la amabilidad de estas personas, que me abrieron la puerta de su territorio y me permitieron conocer un poco de sus realidades, de sus experiencias y capacidades. Me voy maravillado por la riqueza natural y la enorme biodiversidad de esta zona, todo un tesoro escondido, entre tantas problemáticas sociales, a las cuales les hemos dado la espalda. También me voy con mi mente llena de aprendizajes y de motivaciones para continuar trabajando en encontrar mejores soluciones que permitan aportar a la adaptación de las comunidades que viven en mayor situación de vulnerabilidad frente al cambio climático.