viernes, 10 de julio de 2015

UN FELIZ REGRESO

Desde hace tres años, he estado vinculado con en una ONG, llamada TECHO; la cual es una Organización Joven sin animo de lucro, presente en América Latina y el Caribe. Que busca superar la situación de pobreza presente en los Asentamientos marginales, a través del trabajo conjunto entre las familias que viven en extrema pobreza con jóvenes voluntarios, que incansablemente trabajan por generar un cambio social.

Vereda Granizal, Bello
Y es que resulta muy difícil pensar que a tan solo 30 minutos del centro de Medellin se encuentre el segundo asentamiento informal más grande de nuestro país, ubicado en la vereda Granizal del municipio de Bello; donde habitan más de 20.000 mil personas y donde una gran mayoría esta compuesto por personas desplazadas,
Manantiales de Paz
campesinos que debieron abandonar sus fértiles tierras y buscar un rinconcito donde pernoctar; pero con el paso de los días, se fue convirtiendo en su nuevo hogar. Un lugar donde hay una gran ausencia del estado y donde la calidad de vida no es la más digna, debido a que hay una enorme falencia de condiciones básicas de vida, como lo son la vivienda, servicios públicos, servicios de salud, seguridad, entre muchos otros; como lo demuestran algunos estudios realizados por diferentes organizaciones, entre ellas el estudio sociodemografico de la Vereda Granizal, desarrollado en el 2013 por la Universidad Autónoma Latinoamericana, en convenio con la ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados) 


Iglesia de Altamira, Betulia
Adriana Maria, llego hace varios años a Medellín y hace un par de años a Manantiales de Paz, uno de los sectores más grandes de la vereda Granizal;  ella y su familia, quienes temiendo por sus vidas debieron abandonar su casa en Altamira, un pequeño corregimiento del municipio de Betulia, el cual fue asediado durante años, por varios grupos armados ilegales, tanto guerrilleros como paramilitares. 

Foto tomada por: Giohanny Restrepo
Foto de Giohanny Restrepo, Manantiales de paz, 2014

La primera vez que conocí a Adriana fue a inicios de Julio del 2013, cuando entre a su casa a realizar la asignación de la vivienda de Techo, ya que las condiciones en las que vivían  no eran las más aptas. Desde el principio, Adriana mostró un gran interés por el proceso y demostró ser una gran persona, al igual que toda su familia. Su sonrisa, siempre fue un gran testigo de la felicidad que esta oportunidad le ofrecía.

Foto de Giohanny Restrepo, Manantiales de paz, 2014
La construcción de su vivienda se realizó el 23 y 24 de agosto de 2014, fue una dura jornada, pero llena de emotivos momentos. Era increíble ver como su rancho se iba transformando paso a paso en un hogar más digno; las condiciones de su terreno no eran las más optimas, pero lentamente los aguerridos voluntarios fueron transformándolo, al finalizar la jornada de construcción, ya ellos tendrían un lugar más seguro y más tranquilo donde vivir.

Foto de Giohanny Restrepo, Manantiales de paz, 2014

Lo que no sospecharíamos, era como este nuevo hogar les daría a esta familia un nuevo aire y un gran empuje para comenzar a resignificar su existencia. Con el paso de los días y con el acompañamiento de algunos de algunos de los voluntarios que  estuvieron en la construcción, quienes adquirieron un cariño especial, se fue generando un bonito proceso de aprendizaje, tanto para ella como para Angelo y Natalia, sus dos pequeños.

Foto de Giohanny Restrepo, Manantiales de paz, 2014
Sumado al gran animo con el que esta familia había terminado el 2014, decidieron tomar una gran oportunidad de regresar al lugar donde un día debieron abandonar, sin ser esta su elección; esta vez con la frente en alto y una sonrisa en los labios, Adriana y su familia, decidieron volver a acompañar a su madre, quien por razones de salud debió dejar momentáneamente su negocio de arepas, la colecta y secado de cafe, pues por tradición esta zona es donde se produce uno de los mejores cafes del país; y obviamente el resto de sus las labores diarias del hogar. 


Foto de Giohanny Restrepo, Altamira, 2015
Un día en compañía de un gran amigo, Giohanny; quien también ha sido parte de este proceso, quisimos ver con nuestros propios ojos, como esta familia se había llenado de una gran alegría en su feliz regreso. Tomamos el camino hacia el suroeste Antioqueño, fue un emocionante viaje, algunos tramos caminando y otros haciendo autoestop, ya que no es difícil que alguien te de un aventón. Después de horas de disfrutar el hermoso paisaje de nuestras montañas cafeteras, llegamos allá en lo alto a Altamira, donde esta bonita familia nos recibió con las puertas abiertas.

Foto de Giohanny Restrepo, Altamira, 2015
Durante un par de dias, vivimos y compartimos las tradiciones de esta familia. Despertar a las cuatro de la mañana a moler el maíz para hacer las arepas para su negocio y para su sustento. Durante la mañana se seca el cafe de las casillas y se pone bajo el sol. Ayudar a traer leña del bosque, para cocinar el maíz en la noche. Algunas de estas tareas que para la familia son su rutina, a nosotros nos pareció interesante involucrarnos en ellas. Aprovechamos las tardes para caminar y descubrir las historias que este pequeño pueblo tiene en sus calles, descubrir como a través de pequeñas cosas, como un cafe, una sonrisa, una historia, puedes llenar de alegría tu día.


Si quieres conocer más de Altamira, puedes ver este video

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