martes, 1 de agosto de 2023

Nechí, seres de agua en un río muerto.

 Son las 4 de la mañana y suena la alarma, es aún de noche y mis sentidos no me permiten entender que pasa, poco a poco me doy cuenta que debo pararme rápido y alistarme para salir hacía el aeropuerto. En la sala de espera voy contando el tiempo para la partida, mientras voy leyendo un par de capítulos de cómo maté a mi padre de Sara Jaramillo, un entretenido pero a la vez duro relato de la historia de ella, de su familia, a partir del asesinato de su padre. 



Pronto llamaron al abordaje, y de repente las llantas de otra pequeña avioneta iban acelerando en la pista, al igual que mi corazón. Fue un vuelo tranquilo, en el que pude observar parte del norte y el bajo cauca, de la frontera agrícola en expansión, de lo poco que queda de bosque y de la degradación de las tierras llegando al bajo cauca, un paisaje bastante desilusionador. El aterrizaje estuvo igual de tranquilo, al salir del avión se sintió la presión de la humedad y el calor de esta zona, no eran ni las ocho de la mañana y ya la temperatura marcaba 30 grados.

Un carro me recogió en el aeropuerto, aeropuerto es un decir, y me llevó directo a Nechí, confieso que tenía un poco de miedo de hacer este trayecto, por la situación de seguridad pública de esta zona. Pero me tranquilice y disfrute el viaje, pues es un trayecto hermoso, gran parte de la carretera se encuentra en medio de un túnel verde, con árboles a lado y lado que le dan una belleza al camino. En el camino, se veía varias casas y paredes pintadas con AGC presente, cosa que confirmaba mis temores. 
Después de hora y media entraría a este pueblo, al principio me dio un poco de impresión por la situación de pobreza de algunas de las viviendas de la entrada. No sentiría el calor tan tremendo de este lugar, si no hasta que me baje del carro que venia con el aire full, y un fogonazo de aire caliente me recibió. 

Entré al hotel que tenía reservado, una habitación más bien normalita, pero afortunadamente con aire, pues lo necesitaría mucho esa tarde. Llegue y descanse un ratito mientras terminaba de llegar mentalmente, acompañado obviamente del tour de Francia, una de mis grandes aficiones. Luego de un rato salí a mis labores, primero debía ir a la alcaldía, pero en el mapa me decía que era en un lugar pero ya funcionaba justo al lado contrario. 





Retome mi camino, con una temperatura inusitada incluso para los locales, cosa que me dirían varias personas casualmente en diferentes conversaciones, y yo como foráneo llegué en el momento menos preciso. Luego de una mañana agitada regrese de nuevo al hotel, pero ese solecito y el calor tremendo pasarían factura toda la tarde, mi cabeza quería explotar, un inicio de golpe de calor.

Aún así me interesaba observar la vida del lugar, y el dolorcito había bajado, así que me bañe con un agua tibiecita cómo dicen las indicaciones para estos casos, pero además porque estaba en el tanque que seguro estuvo al sol todo el día. La tarde caía y el calor continuaba pero ya un poco menos, camine por diferentes calles, observando la vida de la gente de este lugar. A estas horas la vida parece renacer, los negocios reabren y un flujo de personas parece brotar mágicamente, y sobre todo una cantidad de motos desbordada. Es complejo transitar y pasar las calles sin sentir temor de ser atropellado. 

Las personas salen afuera de sus casas a recibir el aire fresco de la tarde y a conversar. Es viernes y la música empieza a subir de volumen a mi paso por las calles, y un estallido de colores del cielo parece fundirse con las casitas y terminar de sumergirse en el río Cauca. Intento ser invisible, es mi actitud viajera, pero obviamente mi caminar no pasa desapercibido, aún así intento no ser invasivo con los habitantes de este lejano territorio. La atención de las personas es muy buena, aunque en muchas ocasiones no les entendía, suelen hablar pasito, rápido y enredado, como si no quisiera que los escucharan o les entendieran, como si cargan un miedo innato de hablar.

Nechí es un municipio caluroso, ubicado frente a la desembocadura del río Nechí en el Cauca, un río que viaja 252 kilómetros desde los Llanos de Cuivá en Yarumal. Este está ubicado en las estribaciones de la cordillera central, donde inicia la prospera región de La Mojana, una mezcla de caños, ciénagas y humedales que son cuna de la biodiversidad del Bajo Cauca antioqueño. En estos humedales, que representan grandes ecosistemas y que actúan como filtradores para detener inundaciones, habitan muchas especies de aves como garzas o chavarrís y de réptiles, como el caimán aguja.

A lo largo de su historia el oro ha sido su principal producto, incluso de ahí deriva su nombre, los indígenas de la tribu de los Catíos le pusieron este nombre, Ne significa oro, y Chí traduce natural; mientras que en lengua yamesí significa Río de oro. Estas dos tribus fueron las primeras en llegar al Bajo Cauca antioqueño. hasta su fundación española, en el territorio habitaban los aborígenes zenúes de la familia Zenufana, una comunidad matriarcal de costumbres orfebres y cosechadoras de arroz.
 Y es que al estar en este lugar tan mágico, pareciera que un sol bañado en oro se fundiera en el Río, aunque la realidad es más dura de lo que la magia pareciera hacernos creer.

Estas aguas han sido arterias porque han dado vida y sustento a esta región por cientos de años, por ser su medio de comunicación y transporte, su forma de garantizar su trabajo y alimentación, y por supuesto le dan un sello innegable a su cultura. Sin embargo, también han sido testigo del horror del conflicto armado y de los estragos impactos ambientales que ha dejado a su paso la minería, la ganadería y la urbanización. Este sistema acuífero esta moribundo y contaminado, una mezcla de mercurio, cadmio, arsénico, entre otros. Estas actividades han generado una voraz deforestación, una inminente degradación del suelo y por supuesto la sedimentación de este sistema. Ya en sus riveras se ha ido percibiendo el impacto negativo en la disminución del caudal y en la cantidad de peces.

Y es que en esta zona, una de las más contaminadas por la minería del Bajo Cauca, y donde la pesca garantiza gran parte de la seguridad alimentaría, es difícil que se entienda que el mercurio y otros metales peligrosos entra a su cuerpo por diferentes vías. Estos contaminantes se van al fondo del río, donde es ingerido por pequeños peces, que luego son comidos por peces más grandes, de los cuales estas comunidades se alimentan, y poco a poco se va acumulando en su cuerpo. Asimismo, las personas se bañan o tienen un contacto directo con el río. También el mercurio se evapora, y regresa de nuevo en forma de lluvia, que recogen en tanques, para muchos usos, incluso para su consumo. 

Esa noche llovió mucho, y cuando me levanté seguía lloviendo, y lo haría aún cuando era la hora del taller que vendría a dar, sobre cambio climático y gestión del riesgo, una de las actividades de la Expedición Antioquia 2023. Salió muy lindo todo, la gente muy conectada, además porque eran muy diversos los asistentes, estudiantes, mujeres, adultos, pobladores, funcionarios de la alcaldía, entre otros.

Yo al igual que muchos de sus habitantes se sueñan con ríos tan cristalinos como les contaron sus ancestros, con humedales tan activos, que sus cativales en sus riveras puedan recibir a los patos canadienses en marzo y donde el jaguar volviera a sus playas a capturar grandes caimanes.

Por las venas de nuestra tierrita antioqueña fluye la vida de los territorios más distantes. Gracias a la vida por permitirme conocer las experiencias de esta gente tan linda, en un lugar tan especial. Allá donde la vida explota en colores, y la calidez del cielo se funde con la calidez humana, donde la noche vive intensamente, y donde la naturaleza te tiende una calle de honor a tu despedida, lo que me sigue confirmando que Antioquia es mágica. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por participar en esta pagina. Un cordial saludo