Por mucho tiempo había querido conocer este hermoso paraíso y finalmente hace unos meses pude realizar un viaje maravilloso a una de las zonas más olvidadas de Colombia, La Guajira, ese territorio de nuestra Región Caribe situado más al norte del país, que se caracteriza por tener una mayoría de habitantes indigenas, entre los que se destaca la presencia de cinco pueblos nativo-americanos (Wayuu, Wiwa, Arhuaco, Kogui y Kingui). Adicionalmente, desde hace varias décadas ha sido punto de llegada de inmigraciones de países del Medio Oriente, generando una gran riqueza demográfica y cultural, ademas de influir significativamente en su economía, que depende en gran medida del comercio; adicional a la explotación de sal marina, el carbón, el gas natural, el turismo y los servicios.
El viaje comenzó desde muy temprano partiendo desde Valledupar, atravesando pueblos que antes había escuchado en alguna que otra canción, como Uramita, Villanueva, San Juan, Fonseca, entre otros, ya que la Guajira se destaca por ser cuna de la música vallenata, tierra de grandes músicos y compositores. Después de horas de viaje llegamos a Maicao, territorio del comercio informal y de una de las mezquitas mas grandes de Latinoamérica, insignia de la inmigración Arabe presente en esta ciudad. Ya en este punto se comenzaba a sentir el clima árido y seco característico de esta zona semidesértica. Seguimos nuestro viaje hacia Uribia, la capital Indígena de Colombia, y en el camino se observaba de forma abismal el trafico informal de gasolina proveniente principalmente desde Venezuela.